Es cierto… hay historias que me dan pena, hay otras con las
que rio toda la noche y despierto cansado de tanto escucharlas, pero las repito
y las repaso hasta que me las sé…
Las que me dan pena las escondo, las meto en un bolsillo por
ahí o las dejo olvidadas en algún cajón entre cigarros y lápices.
Pero están esas que me divierten, las que me repito mientras
camino, las que cuento en los cafés, las que sacó entre whiskys, con las que
golpeo la mesa, con las que te miro fijo y de frente.
Las de pena no, esas quedan en casa. Escondí algunas con el
perro, las enterré donde él enterró sus huesos. No quiero oirlas aunque el
animal las desentierra y me las trae cuando yo lo que quiero son historias
felices, así que las tomo y voy al ropero a buscar espacio donde dejarlas y ahí
ya no hay mas lugar.
Mis cajones y cajas están llenos también, así que guardo
algunas en casa de amigos, en paquetes sin remitente se las dejo.
Pero a mi me gustán esas de éxito…
Las de almuerzos de oficina, las de estadio, las de minas
ricas y borrachas, esas de playa de cuando tenía como quince. Esas historias
son buenas y exsultantes,con ellas puedo hablar fuerte y caminar entre todos
como uno mas de todos.
Debo decirlo, soy bueno contando historias, aunque a veces
pierdo el hilo o las confundo. Hace poco sin querer me traje una de esas que me
dan pena y no me di cuenta y en medio de la noche entre vinos y risas se me
escapó la tristeza en el relato y me congeló el silencio en sus miradas, el
reproche negro y mal intencionado…. Tomé mis letras una por una y me fui.
No pude dormir pensando en esto, entre vueltas la buena luz
de la noche se fue desmoronando y el olor simple de la pena lo inundo todo y
así pasaron flotando mis cajones, en uno de ellos iba acostado mi perro quien
entre lagrimas se despidió.
Nadé hasta la calle pero como los bolsillos de mis trajes
estaban repletos de historias de penas escondidas, los vi undirse con el resto
de mis cosas. Los conocidos no quisieron verme, la melancolía de mis paquetes
sin remitente me barrió de sus memorias y desaparecí.
Es cierto… hay historias que me dan pena, hay otras con las
que rio toda la noche y despierto cansado de tanto escucharlas, pero las repito
y las repaso hasta que me las sé…