martes, 17 de mayo de 2016

la pena

Es cierto… hay historias que me dan pena, hay otras con las que rio toda la noche y despierto cansado de tanto escucharlas, pero las repito y las repaso hasta que me las sé…

Las que me dan pena las escondo, las meto en un bolsillo por ahí o las dejo olvidadas en algún cajón entre cigarros y lápices.

Pero están esas que me divierten, las que me repito mientras camino, las que cuento en los cafés, las que sacó entre whiskys, con las que golpeo la mesa, con las que te miro fijo y de frente.

Las de pena no, esas quedan en casa. Escondí algunas con el perro, las enterré donde él enterró sus huesos. No quiero oirlas aunque el animal las desentierra y me las trae cuando yo lo que quiero son historias felices, así que las tomo y voy al ropero a buscar espacio donde dejarlas y ahí ya no hay mas lugar.
Mis cajones y cajas están llenos también, así que guardo algunas en casa de amigos, en paquetes sin remitente se las dejo.

Pero a mi me gustán esas de éxito…
Las de almuerzos de oficina, las de estadio, las de minas ricas y borrachas, esas de playa de cuando tenía como quince. Esas historias son buenas y exsultantes,con ellas puedo hablar fuerte y caminar entre todos como uno mas de todos.

Debo decirlo, soy bueno contando historias, aunque a veces pierdo el hilo o las confundo. Hace poco sin querer me traje una de esas que me dan pena y no me di cuenta y en medio de la noche entre vinos y risas se me escapó la tristeza en el relato y me congeló el silencio en sus miradas, el reproche negro y mal intencionado…. Tomé mis letras una por una y me fui.

No pude dormir pensando en esto, entre vueltas la buena luz de la noche se fue desmoronando y el olor simple de la pena lo inundo todo y así pasaron flotando mis cajones, en uno de ellos iba acostado mi perro quien entre lagrimas se despidió.

Nadé hasta la calle pero como los bolsillos de mis trajes estaban repletos de historias de penas escondidas, los vi undirse con el resto de mis cosas. Los conocidos no quisieron verme, la melancolía de mis paquetes sin remitente me barrió de sus memorias y desaparecí.

Es cierto… hay historias que me dan pena, hay otras con las que rio toda la noche y despierto cansado de tanto escucharlas, pero las repito y las repaso hasta que me las sé…


martes, 3 de mayo de 2016

8 PM

Me aparto, me escondo en conversaciones insensatas. Dejo todo en una mesa pegajosa, hago como que te escucho. No entiendo absolutamente nada de lo que dices o dicen. Alguien ofrece mas whisky, a eso si le pongo atención, me cae bien por un par de minutos. Quiero salir de aquí pero me quedo. Alguien en la mesa dice cosas graciosas que todos celebran, me rio o al menos intento la mueca.

Y ahí estabas, pasaste con tus zapatillitas gastadas entre carcajadas de bufón como si nadie pudiera verte. Llegaste directo a la barra por un coctail que nada tiene que ver con tu apariencia, pero en tus manos definitivamente parece veneno de coral.

Puedo manejar borracho y lo hago, me distriago facilmente con el vestido nocturno de los lugares que dejo atrás. Estaciono en el parque mas concurrido que encuentro y entre payasos drogones de plaza y nanas aburridas con niños ajenos concerto la cita.
Espero diez, quince y media hora; me bajo del auto a respirar y en dos minutos la paranoia me obliga a subir de vuelta. Por fin llegas, no levanto la vista, saludo casual, no somos amigos… puedo volver.

Mis cosas siguen donde mismo, nadie noto mi ausencia –al menos eso creo- y me parece bien, nada intresante aún. Me arde el bolsillo, voy al baño.
Debo esperar, tarareo Psico Killer que suena de fondo y me parece una epifanía, acaricio mi bolsillo y me calmo, cierro los ojos, apoyo la frente contra la puerta… estoy adentro.

Nunca quise que mi vida se convirtiera en un coro de Lou Reed, eso simplemente pasó.





lunes, 2 de mayo de 2016

intro...

Hoy desperté y decidí apagar la radio de una vez por todas.
Años de ruido eléctrico me tienen podrido… treinta mil horas de notas y acordes con sabor a whisky barato y cocaína.
El recuerdo de ella no es más que otro sonido y cada vez que pongo play me entra en chorros el descuido de sus piernas, de su espalda arqueada, de sus tetas que no fueron mas que otra canción que me puso duro.
Voy a quemar cada long play que alguna vez tuve, no sin antes escucharlos uno a uno para poder maldecir estos recuerdos de ti que tengo hasta no se dónde.
Días perdidos, noches eternas, días perdidos otra vez.
Se que voy a desaparecer y el silencio va a traer calma porque esto no es importante, esto nunca valió la pena, así que voy a cambiar mis oidos por ojos, lo prometo.
Me voy a desembrigar de música para aprender a contar mi vida de nuevo.

Toma, ahí está, te regalo mi banda sonora a ver si puedes... yo prefiero beber en silencio.